miércoles, 4 de julio de 2012

Una foto dice más que mil palabras


Foto y texto de Cristóbal Chen Solís

Siempre he escuchado la frase: una foto dice más que mil palabras. Este el caso de la gráfica adjunta que logre captar desde el área de Amador, en la ciudad de Panamá. Se trata de la existencia de dos Panamá diferentes. La primera es aquel imponente sector inmobiliario con rascacielos que ponen un toque de modernidad a esta urbe metropolitana bañada por el oceáno pacìfico.
La segunda deja mucho que decir. Viejas edificiaciones de la época colonial con patios limosos, varios de estos en estado deplorable que representan la historia de los panameños.
Definitivamente, este pequeño país centroamericano se ha convertido en una especie de pequeña Singapur en la región con una pujante economía que es la envidìa de los vecinos.
Pero realmente la interrogante radica es que si esta riqueza comercial se refleja en la clases popular?
¿Porqué la brecha entre ricos y pobres cada no se acorta si el país se encuentra por los senderos del alto crecimiento económico?
Lo cierto es que cifras oficiales revelan que la pobreza y el desempleo han disminuido considerablemente en los ùltimos años y eso es bueno.
Sin embargo, si recorremos las calles de la ciudad, podemos palpar la realidad del fantasma de las dos Panamá existentes.
Centro comerciales abarrotados a diario de compradores con un gran poder adquisitivo y cientos de personas pidiendo lismosnas en las calles en la más oscura mendicidad y drogadicción. Son las dos caras de las moneda que viven a diario los panameños.
Vemos el futuro cercano con mucho optimismo y solo esperamos que este itsmo lleno de historia, centro logìstico de las Américas y puente del mundo por su estratégica posición geográfica, se convierta en la tacita de oro que todos queremos por el bienestar de nuestras familias y las futuras generaciones.

martes, 22 de mayo de 2012

Un sueño hecho realidad en Berlín

Por Cristóbal A. Chen

Desde niño me llamó mucho la atención el histórico Muro de Berlín y la Muralla China. El Muro de Berlín es una vieja estructura que marcó la vida de los alemanes por décadas.

Como periodista he tenido la oportunidad de viajar a muchos países alrededor del mundo, pero cuando a finales de 1999 se me informó que viajaría a Alemania invitado por el gobierno de ese impresionante país, inmediatamente pasó por mi mente visitar la histórica muralla de 50 kilómetros de largo, que por 28 años dividió a familias y amigos en ese país europeo.

Recuerdo que ese sueño se hizo realidad una mañana fría de enero del 2000, cuando me encontraba de viaje en la ciudad de Berlín, lo cual ha sido uno de los episodios más emocionante de mi vida como comunicador social.

Fuimos varios viajeros en un autobús a conocer el Muro de Berlín y otros sitios históricos. Sin embargo, casí nos sale el tiro por la culata porque la nieve comenzó a caer en grandes cantidades ese día.
No crean que esa situación me detuvo para bajar del vehículo a pesar del intenso frío para vivir un momento emocionante y tomarme algunas fotografías que han quedado en el albún de mi vida.

Un Poco de historia


Después de la segunda Guerra Mundial en 1945, los vencedores de Alemania (Estados Unidos, antigua Unión Soviética e Inglaterra) ocuparon y dividieron, para su control, el territorio alemán.
Esta división fue una consecuencia directa del conflicto armado: ninguno de los vencedores quería que el antiguo régimen facista volviera a adquirir el poder.
Los Estados Unidos y la Unión Soviética (Rusia) acordaron ocupar el país para después hallar un régimen pacífico y de libertad para los alemanes. Muy pronto se vio claro que las potencias vencedoras no podían ponerse de acuerdo sobre una política de ocupación común.
En consecuencia, detrás de todo este proceso estaba la rivalidad ideológica de dos sistemas sociales opuestos y la política expansionista del gobierno soviético de entonces.

martes, 13 de marzo de 2012

¿Porqué no se construyen ciclovías?

Por Cristóbal A. Chen

Con gran alegría he retomado el ciclismo después de 20 años. Ahora es totalmente diferente montar una bicicleta de ruta, puesto que se torna un tanto peligroso por la falta de ciclovías como en otros países. Solo puedo practicar este deporte en las calles a plenitud los domingos, ya que el tráfico es escaso.
Tengo retos por delante al reiniciarme en el ciclismo como la competencia "Ocean to Ocean", que se realizará a finales de este mes de marzo con la participación de 200 pedalistas.
¿Que pasa en este país que no se construyen ciclovías para practicar el ciclismo? Me cuenta una amiga brasileña de Sao Paulo, que en esa metrópoli, las vías especiales para bicicletas fueron implementadas por todos lados, lo que ha traído salud, paz y sano esparcimiento para las personas que allí residen.
Cosas como esas son las que tiene que imitar Panamá. Solo me imagino a las personas transportándose para su trabajo en bicicleta como en países desarrollados como es el caso de la República Popular China. Aunque fuese dos veces a la semana, estoy seguro que me transportaría a mi lugar de trabajo en bicicleta a pesar que se encuentra a 10 kilómetros de mi residencia.

En días pasados, leí una noticia en unos de los diarios locales que me puso a meditar. Se trata de un conductor irresponsable que aparentemente atropelló a la presentadora de TV y atleta Carolina Dementiev, cuando entrenaba por las calles de la ciudad. Esta chica clasificó para el Mundial de Triatlón que se realizará en EE.UU., tras obtener el tercer lugar en el pasado Ironman realizó recientemente en nuestro país. Para que sepan, el conductor se dio a la fuga y nunca se supo nada de él.
Pienso que un país con gente sana, es una nación que progresa en gran escala, por lo que se debe analizar el asunto planteado sobre las ciclovías para el beneficio de todos.

lunes, 12 de marzo de 2012

La fuerza del softbol panameño

Fotos y texto: Cristóbal A. Chen

Empezó la Onceava temporada de la Liga de Softbol Solo Periodistas, por lo que desempolve mi manilla y el bate de aluminio para sonarlo con fuerza en el campo de juego. Este toneo se denomina así porque todos los jugadores son periodistas, camarógrafos o fotógrafos de los medios de comunicación social. Allí si que se goza, con buenas y extrañas jugadas, pero al final se pasa un rato de sano esparcimiento ante el estrés que causa el periodismo cotidiano y las relaciones públicas.
¿Que sería de nosotros si no existieran iniciativas deportivas como esta?, seríamos presa de los fastidiosos tranques vehiculares en la ciudad de Panamá, el trabajo excesivo y de los múltiples problemas existentes en el país.
Gracias a Dios puedo desempeñarme bien en el bateo y en el campo de juego porque tuve unos de los mejores entrenadores cuando jugaba en las ligas menores, es decir, me refiero el desaparecido "Fermín Chompipa Castañedas", quien me enseñó el fundamento para jugar beisbol.
Con el equipo de Capital Financiero, dirigido por el estratega Orlando Mendieta, estamos buscando el tricampeonato para consolidarnos como los monarcas indiscutibles de este torneo.

jueves, 23 de febrero de 2012

El Carnaval de la City en Panamá

Fotos y texto: Cristóbal Chen

Limpio pero contento. Ese es el dilema de muchos panameños que disfrutaron de cuatro dìas de carnaval, borracheras, mojaderas y desorden.
El Carnaval de la City como denominó el gobierno a la fiesta del rey momo realizado en la Cinta Costera a orillas del pacífico, me pareció algo similar al Festival del Merengue que se realiza en Santo Domingo, República Domicana.
Había tarimas con orquestas musicales para todos los gustos, pero con artistas del patio, nada de extranjeros como en el pasado.
La Cinta Costera una obra que le ha cambiado la cara a la ciudad de Panamá, en mi opinión es el sitio predilecto para efectuar el canaval denominado la "fiesta de la carne", porque la verdad que sobra con lindas chicas en shorts calientes y bailes sensuales.
La comparsas aunque fueron pocas, no faltaron con sus toques tradicionales de tumbas y timbales y que decir de los carros alegóricos al mejor estilo del interior de la república.
Este carnaval no tuvo que enviadiarle a las fiestas que se realizan simultáneamente en otras provincias del país, ya que la entrada era gratuita y solo había que tener un par de dólares para las pintas (cervezas).

domingo, 5 de febrero de 2012

La historia de Yepe, un congo que sufrió el desprecio

Fotos y texto de Cristóbal Chen

Yepe, un muchacho de tez morena que reside en Portobelo, en la provincia panameña de Colón, decidió aprovechar la víspera de los carnavales para hacer unos reales.

Con un atuendo de congo de la costa atlántica, Yepe le pide dinero a todo conductor que transite por la carretera hacia la costa arriba de Colón.

El hombre posee grandes habilidades para el baile de los congos, una tradición en la región que pratican los afroantillanos de la región.

Un buen día por el lugar transitaba una joven mujer que viajaba para ir a Isla Grande, un paradisiáco lugar que visitan miles de turistas en el verano para disfrutar del mar y de comidas afrodisiácas como arroz con coco y guandú, langosta y pescado frito.

Fue entonces cuando Yepe decidió subirse al automóvil de la bella chica para acompañarla a la playa del sector, las cuales son de aguas tranquilas y de color turquesa.
El morenito pensó que se había sacado la lotería con tan buena compañía y hasta un par de chistes compartió con la mujer de rostro blando, ojos chocolates claros y cabellos rubios.

Pero no todo fue color de rosa para Yepe cuando llegaron al poblado costero de la Guaira, ya que parecía que la chica solo quería compañia en el viaje.

La mujer ignoraba al moerenito cuando le hablaba y hasta un poco grocera se portó con él.

Ante esta indiferencia, Yepe decidió regresar a su tierra natal de Portobelo, pero el grande problema era que no tenía para el pasaje.

Fue entonces cuando decidió utilizar su talento en el baile congo para ganarse unos reales para el pasaje.

Al regresar a su casa y contarle la historia a sus familiares y amigos, Yepe decía, "perro que no se conoce, no se le pisa el rabo".

viernes, 3 de febrero de 2012

Silvia, una mujer indígena de gran corazón

Por Cristóbal Chen

Silvia, una indígena de la etnia ngobe buglé bajo de las montañas de Cerro Colorado para participar en las protestas de San Félix. No sabía leer, pero entre sus paisanos había escuchado que había que defender la reserva de la explotación minera. Fueron muchos los kilómetros que tuvo que recorrer a pie para llegar a ese poblado chiricano con el fin de participar en las manifestaciones, tras el llamado del cacique general. 
Con poco de dinero,sólo tres dolares, tenía que ver que iba hacer para alimentarse. Resulta ser que un plato de comida en la región costaba más de tres dólares, así que le tocó pedir limosmas a un grupo de camioneros centroamericanos que se encontraban en el lugar.
Pidió tanta lismonia a todo el que se encontraba en su camino que logró recolectar la suma de 15 dólares que le serviría para alimentarse por un par de días.
Y es que en San Felix no conocía a nadie, sólo a una vieja amiga que decidió darle albergue temporal en una pequeña casa de madera en una de las laderas del sector.
Lo peor de todo, es que la protestas contra la minerìa se extendieron por más de una semana y hasta enfrentamientos se registraron en el famoso cruce de San Feliz, un lugar clave para las manifestaciones.
Al final, el diálogo imperó entre las autoridades y los dirigentes indìgenas para poner fin a las reclamaciones de los aborígenes.
Entonces, fue cuando Silvia decidió regresar a Cerro Colorado con la idea del deber cumplido, pero sin dinero y con mucha hambre.
"Me voy pa la comarca porque allá tengo mis siembros para comer", exclamó la indígena, de cabello negro y baja estatura, pero de un gran corazón.
Entre tanto problemas, la razón y la cordura prevaleció en beneficio de este grupo indígena panameño.